La calle está ahí desde antes
de la llegada de los españoles. Ya era entonces una arteria comercial, con su
tambo incluido: El "Quirquincho". Durante el día la gente comerciaba
los diversos productos que llegaban a la Ciudad y en las noches los españolitos
la invadían para divertirse a fondo, en los diversos establecimientos creados
al efecto.
La calle es mucho más que un
trozo de urbanismo, es una "zona de encuentro", un "hecho
social" embadurnado de una tremenda fuerza espiritual. Es un espacio en el cual, como "paceñidad", nos reproducimos diariamente. Bolivia recién está
a punto de cumplir doscientos años y en esta calle nos reunimos desde
hace cuatrocientos setenta y cinco años.
¡Qué has dicho!
En sus casas, edificios, comercios, veredas y olores nos convertirnos en paceños y paceñas. Aprendemos a renovar nuestro lenguaje y nuestras costumbres locales. Cuando ya no exista el Estado Plurinacional, esta zona paceña seguirá en pie. ¡No hay duda de ello!
Subiendo a mano derecha, empiezan los balcones "liberales".
Y los portones...
aunque no sean coloniales,
igual intentan ser bellos.
pero de una manera nueva.
Este edificio grandote intentó, en su época, reflejar el más puro
estilo francés para imponer la estética de moda en ese entonces.
Este, también buscaba lo mismo
Durante toda nuestra juventud este edificio era considerado
un vejestorio detestable. Hasta que, no hace mucho,
a algún paceño o paceña se le ocurrió la buena idea de restaurarlo.
No quedó nadita mal...
Su puerta está bien conservada
El siguiente edificio es de color rosado. Fue declarado, hace unos diez años, parte del patrimonio cultural de los paceños por la Alcaldía de la Ciudad. ¡Hasta tiene placa!
Una vista general del frente del "Tambo Quirquincho" y el edificio aledaño.
Su puerta, conservada como manda la ley
Las gradas que conducen al segundo piso, lamidas por las
pisadas de miles y miles de paceños.
Cuando estudiamos a Zabaleta Mercado, leímos que calificaba a nuestra sociedad como "abigarrada" y no sabíamos exactamente a qué se refería con esa frase. Mirábamos el techo para tratar de imaginar sus palabras. Tal vez se refería a la disposición de estos cuartos y patios que se montan unos sobre otros; o a las personas misteriosas, de aquí y de allá, que se mezclan en los pasillos. Tal vez esto es lo abigarrado.
Entremos ahora a una otra casa unos pasos más arriba. Aquí lo abigarrado es de color rosado.
Está impecable. Pero, para reflejar nuestra
actual manera de ser, debemos vernos dos veces en sus baldosas
Una puertita astuta se escapó de los afanes
de los restauradores
¡Ahora sí! El Edificio del Tambo Quirquincho.
El famosísimo Tambo Quirquincho, está edificado sobre la propiedad de dos personas cuyos "apellidos" han llegado hasta hoy: Irusta y Kirkincha. ¡Uno español y el otro indígena!
No, no es una edificación nativa. Todo lo que conserva es el nombre de uno de sus dueños. Es una construcción colonial que evidencia la fortaleza de las iniciales relaciones entre los nativos y los españoles.
Con toda seguridad, tanto en sus salones como en toda la zona, se han venido fabricando gentes: Primero los "mitad mitad", los iniciales mesticitos, hasta que, con el tiempo, empezaron a brillar, por aquí y por allá, los primeros bolivianitos, los "republicanos" de primera cosecha, los "liberales" de pura cepa y "emenerristas". Todos ellos llegaron antes que nosotros. Vistas las cosas en perspectiva, somos variantes de una misma raíz primigenia.
La Ciudad de La Paz no se fundó en medio de una refriega militar. Todo lo contrario, se la realizó en paz. Don Alonso de Mendoza - luego de fundarla y festejar el hecho - seguramente se retiro a descansar en alguna habitación que los nativos le tenían preparada. Pero no se fue solo sino acompañado. El ejemplo, con seguridad, cundió en todos y todas.
Ventanas, tal vez de estilo trujillano.
Detalle de una de las puertas
El logotipo del edificio.
Al frente, un otro edificio viejo. Hace muchos años, en sus salas se organizaban remates de muebles y de enseres a los que asistía con mi padre.
La casa hoy se cae a pedazos tal como antes cayeron antes las anteriores.
Un balcón adornado con rejas de fierro forjado
Al lado, un zaguán misterioso
Especial para asustar niños y niñas.
Una ventanita en dicho zaguán
La Plaza dedicada a Don Alonso de Mendoza,
que merece una entrada especial en este blog.
La esquina superior de la calle.
Una mirada hacia atrás desde este lugar