lunes, 12 de octubre de 2015

EL PARQUE BOTÁNICO

Bienvenidos al club de los árboles


Sus formas recuerdan el regazo materno



Un condor envuelto por palmeras
Chueco, pero palmera, caracho
La paz en La Paz
Mi ex-casa al fondo



La luz se filtra entre las hojas para confundirnos con sus tonos
Marina por detrás
Marina Nuñez por adelante. 
La prueba de que el tiempo es circular
Llenos de recovecos y secretos, 
como nuestras vidas
Una mirada a Villa Armonía
Las flores blancas de Maribel (¿o no podía tenerlas?)
Pasamos, pero ellos continúan y continuarán
Escaleras al cielo de Led Zeppelin














El bello tronco rojo de la keñua








Un eucalipto bebe



Pequeñas flores amarillas


Más Marina
Sin complejos, hasta el cielo
El retorno de sin complejos hasta el cielo




La parte de atrás, colindante con el final de la Calle Villalobos
El jardín de los senderos que se bifurcan
Eucaliptos australianos más andinos que el chuño
Mirada desde un extremo ¿adivinas cuál? 
Otra mirada a Villa Armonía






¿Al final, las escaleras al cielo terminan en el infierno?
Al fondo, Villa San Antonio (bajo)
Nuevamente los orgullosos eucaliptos


Vista desde la calle, ya a la salida.

lunes, 24 de agosto de 2015

LOS EDIFICIOS DE LA PLAZA MURILLO


¡Quién no ha estado por acá!

De niño, mirando el parlamento.

O sus faroles alumbrando la luna ¿o al revés?

O sentado en estas gradas, mirándose a sí mismo, 
pasar por la acera del frente.

O su árboles tan grandes como los faroles.

O a las musas impasibles, contemplando 
el transcurso del tiempo paceño.

Este es el edificio donde siguen; La joyería, el bazar donde se venden ollas y, más abajo, en la esquina, la señora que vende revistas. 

La pajarera que alberga bichitosde luz.

La esquina de la Calle Ballivián. 

O la casa que parece hecha de siglos... siempre está ahí, siempre igual...

El parlamento, visto desde un lado

Las puertas del ex-cine rotativo "Trianon", que era un pasatiempo muy adecuado para vaguear hasta la noche. Más allá, la Calle Ingavi, que comienza con el bello edificio de la Cancillería.

O el escudo de La Paz, ahí, perdido detrás de una rama.

O el Hotel París, refugio de nuestros padres y abuelos, abrazados a un tango.

Las otras graditas, las que sirven para sentarse y no hacer nada... a lo mucho dar de comer a las palomas.

O la Catedral. Las malas lenguas dicen que ha sido construida con piedra traída de las ruinas de Tihuanaco.

¿Te acuerdas que acá estaba la Discolandia? 
Pues, te cuento, sigue.

La tarde se pone en tan bella esquina.

En realidad en toda la Plaza.